sábado, 29 de enero de 2011

CUANDO LAS GALLINAS ERAN FELICES



Hace algún tiempo en casi todas las casas había un gallinero.
Gallinas alimentadas con maíz y huevos con color y sabor a huevo.
Los supermercados no existían, pero sí los almaceneros que no vendían pollos.
Las avícolas eran escasas porque la gente decía “Como las gallinas de mi casa no hay otras.....” y no te comías un pollo foráneo ni empedo, y además el pollo como pollo en sí, no existía, se cogoteaba una gallina se pelaba y a la olla.
Si es cierto que desaparecieron de los fondos de las casas, porque en la ciudad no era higiénico y viéndolo hoy en día era una locura.
No existía los spa, las dietas light y en la comida de los casamientos había pollo troceado (aquí si aparecía el pollo), lechón troceado, palillos, pan,  sándwich, platos comunitarios y nada de estar sentados, todos paraditos.
La publicidad (DJ de la época) se mandaba un “VIVA LOS NOVIOS .....” para animar la fiesta, aunque no fuera tu estilo, “UN BRINDIS POR LOS PADRINOS....”, aunque tuvieras la boca llena y en una mano el sándwich seco de queso con jamón y en la otra un trozo de lechón pinchado en un palillo.
Hoy me da tristeza ver en los supermercados los pollos perfectamente envueltos en bandeja y polietileno, creo que han perdido la dignidad de antaño. Antes sus días se la pasaban cacareando, cagando, picoteando maíz y de vez en cuando colocando un huevo con color y sabor a huevo.

Para documentar esta situación vean esta receta del libro amigo “La cocina criolla” del año 1979

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